Una cebra está tranquilamente pastando y de repente aparece un león… en ese momento todo su organismo entra en un estado de alerta (ansiedad), que bloquea todas las otras funciones corporales que consumen energía, y se centran solo en la tarea importante: HUIR!
¿Qué necesita para huir? Se acelera el ritmo cardiaco para enviar más sangre a los órganos, se tensan los músculos para correr, cambia el ritmo de la respiración para distribuir más oxígeno al cuerpo…
Esto le permite decidir, correr más rápido, cambiar de dirección, saltar más alto… todo dirigido única y exclusivamente a combatir el peligro y sobrevivir.
Pero… ¿Qué tienen que ver las cebras con la ansiedad?, sigue leyendo…
¿Qué es y cómo funciona la ansiedad?
Podemos definir la ansiedad como una respuesta fisiológica y emocional de nuestro organismo. También como un mecanismo de defensa, como un sistema de alerta que se activa en situaciones que nuestro cerebro identifica como peligrosas o amenazantes.
Tal y como hemos visto en el ejemplo de la cebra, podemos decir que, la ansiedad es nuestra “aliada”, es una respuesta de supervivencia.
Es un mecanismo universal, que hemos heredado de nuestros antepasados, es adaptativa, mejora el rendimiento, la capacidad de reacción, de respuesta, nos permite actuar ante riesgos o amenazas, afrontar situaciones, adaptarnos, etc.
Resumiendo, podemos decir que la ansiedad es normal, buena, funcional, todos los seres vivos la tenemos y no representa ningún problema para la salud.
Sin embargo, en algunos momentos este sistema “aliado” puede volverse en nuestra contra y perder su función de ayuda. Nos incapacita, dificulta nuestra vida, nos provoca malestar, sufrimiento, miedo, se vuelve un problema… ¿Cuándo pasa eso?
Volvamos al ejemplo de la cebra;
Una vez que pasa el peligro, que el león se ha ido y la cebra ha conseguido huir, esta vuelve a pastar relajadamente…
La cebra NO piensa… ¿Y si el león vuelve?, ¿y si esta vez no consigo escapar?, ¿y si no lo veo a tiempo?, que mal lo he hecho, ha estado a punto de cogerme, no voy a poder correr tan rápido la próxima vez, seguro que me tropiezo, debería estar más atenta, tengo que hacer un plan de huida mejor, no lo estoy haciendo bien, me va a comer…
¿Lo hacemos nosotros?, ¿pensamos este tipo de cosas? Posiblemente, la respuesta es SI…
Generalmente, la ansiedad aparece como respuesta al miedo, normalmente provocado por un pensamiento, una situación, lugar, actividad, etc. aparece sin una amenaza real, si no por la interpretación que hacemos. Nuestra mente es incapaz de distinguir la realidad de la imaginación, y cada vez que aparecen este tipo de pensamientos, nuestra mente lo identifica como si realmente estuviese pasando, produciéndose así la activación de nuestro organismo.
Aquí aparece el problema, esa activación produce unas sensaciones físicas muy severas, que provocan gran sufrimiento y malestar, interfiriendo en las actividades diarias de la persona que lo padece e incluso llegando a provocar ataques de pánico. Lo que nos lleva a querer evitarlo a toda costa.
Para intentar evitar estos síntomas tan desagradables llevamos a cabo conductas como: rechazar ir a ciertos lugares, algunas situaciones, personas, actividades, pensar en exceso, comer por ansiedad (hambre emocional), intentar contrarrestar eso que nos preocupa, etc.
Por ejemplo; si tengo miedo al fracaso, es probable que mis respuestas ante esta situación sean dos:
- Respuesta de evitación: evitar o huir de todas las situaciones en las que se pueda producir el fracaso.
- Respuesta de sobrecompensación: actitud de sobreesfuerzo para evitar el fracaso, aunque suponga tener que dejar de hacer otras cosas importantes.
Puede que estas respuestas nos produzcan cierta sensación de alivio y funcionen a corto plazo, pero no es la solución, nuestra ansiedad sigue apareciendo… Entonces, ¿Qué podemos hacer para gestionar la ansiedad?
¿Qué hacer cuando tengo ansiedad?
1. Lo primero y fundamental es saber identificarla, para ello podemos ayudarnos de los síntomas físicos. Es interesante centrarnos en qué síntomas aparecen primero, vamos a intentar averiguar cómo empieza la ansiedad. Esto nos va a permitir hacer algo para gestionarla. Estos son algunos de los síntomas más comunes:
– Nerviosismo, agitación, tensión
– Aumento del ritmo cardiaco (palpitaciones)
– Respiración acelerada, hiperventilación
– Sensación de peligro, de pérdida de control
– Sudoración
– Temblores
– Sensación de debilidad, cansancio, agotamiento
– Problemas de atención y concentración
– Problemas para dormir
– Problemas gastrointestinales
– Preocupación excesiva
2. Podemos ayudarnos de estos síntomas físicos y anotar en qué situaciones o ante qué pensamientos aparecen, esto nos ayudará a descubrir las causas. La ansiedad es la forma que tiene nuestro cuerpo de avisarnos de que “algo no va bien”, podemos preguntarnos ¿de qué me está avisando mi ansiedad, qué estoy pensando, qué estoy haciendo?
3. Actividades distractoras; cuanto antes identifiquemos que nos está entrando ansiedad, mejor funcionaran nuestras herramientas. Estas actividades están dirigidas principalmente para disminuir los síntomas físicos en los momentos críticos. Ocurre lo mismo con la medicación (con o sin receta), es una ayuda momentánea que nos puede aliviar estos síntomas tan incómodos, pero de ningún modo serán una solución definitiva al problema.
Ante los primeros síntomas de ansiedad puedes realizar las siguientes actividades:
Actividad de los sentidos
Centra tu atención en:
5 cosas que puedes ver
4 que puedes tocar
3 que escuches
2 que huelas
1 que saborees
Cambio brusco de temperatura
Puedes coger un poco de hielo (ponlo dentro de una toalla), pon el hielo sobre tus muñecas, nuca, cara. Lo mismo podrías hacerlo con agua, puedes darte una ducha fría, o simplemente en un baño, abrir el grifo y mojarte bien la cara, las manos y muñecas, la nuca… (si estás fuera de casa, en el trabajo, en clase… puedes hacerlo en cualquier sitio).
Autoverbalizaciones tranquilizadoras:
(ayuda a calmar tu mente)
Puedes hablarte a ti mismo, recuérdate que es temporal, que la ansiedad es como una curva, tiene su pico más alto pero poco a poco irá bajando, las sensaciones irán disminuyendo y te sentirás mejor, son “solo” síntomas físicos. Hay muchos mitos sobre la ansiedad, recuerda; no vas a perder el control, no te vas a volver loco, no te vas a desmayar… no pasa nada…
Ejercicio de respiración y relajación:
(ayuda a calmar tu cuerpo)
Es posible que estés respirando muy rápido… es difícil hacer este ejercicio cuando estamos muy inquietos, solo inténtalo… ponte cómodo, coloca una de tus manos sobre el abdomen, y la otra en el pecho. Concéntrate en tu respiración durante unos segundos y toma conciencia de qué mano está subiendo y bajando en cada respiración.
- Haz una inspiración profunda y sin prisas durante 3 segundos (cuenta mentalmente, uno, dos, tres…) cogiendo aire por la nariz y llevándolo al abdomen (lleva la barriga hacia fuera). Si la mano situada en la barriga sube cuando estamos inspirando, el ejercicio será correcto.
- Aguanta el aire 2 segundos y expúlsalo tranquilamente durante 3 segundos y metiendo la barriga hacia dentro.
- Repite esta operación durante 10 minutos.
Distracción:
Cualquier actividad que te ayude a distraerte como cantar, tararear mentalmente, hablar con alguien, escuchar música, dibujar, dar un paseo… aquí vale todo, cualquier cosa que te ayude a desconectar y no estar tan pendiente de tus síntomas corporales.
Es posible que te hayas sentido identificado en algunos puntos del artículo, si crees que sufres ansiedad, no tengas miedo en pedir ayuda psicológica, es totalmente normal, la ansiedad es uno de los problemas de salud mental más frecuentes en la actualidad.
En nuestro equipo contamos con psicólogos con amplia formación y experiencia en problemas de ansiedad. Con ayuda de terapia psicológica online aprenderás a identificar y gestionar la ansiedad, y además podrás trabajar en la raíz del problema y así producir cambios duraderos, consiguiendo que tu nivel y frecuencia de ansiedad se reduzcan. Recuerda que es imposible una vida sin ansiedad, pero sí es posible una vida que no esté dominada por ella.